Una de las cosas que puede amargarte un viaje es el clima. No deberíamos fiarnos de los tópicos, de lo que nos cuenten, ni de lo que creemos que sabemos sobre un país porque podemos llevarnos desagradables sorpresas. Por ejemplo, hay quien organiza un viaje a Cuba en agosto esperando sol, calor y playa. Pero, al llegar allí puede encontrarse con lluvias frecuentes e incluso huracanes que le estropearán las anheladas vacaciones. Si hubiera estudiado antes el clima cubano, habría sabido que el mejor momento para viajar a este país es de noviembre a abril, la época seca.
En el este de Irlanda llueve la mitad de días que en el oeste, en Finlandia en verano te comen los mosquitos por la humedad, en París el frío en invierno puede ser muy intenso por lo mismo, en la costa griega en verano, por la noche necesitarás algo de abrigo, etc. En realidad la temperatura y la climatología es una de las cosas que primero se deben comprobar. Y no te olvides de la altitud, puede haber varios grados de diferencia en muy poca distancia.
Además de poder decidir cuando viajar a un lugar, también es imprescindible para hacer la maleta. Tendrás que prever no sólo la ropa, también los complementos, si nieva o hace mucho sol no olvides las gafas de sol y la protección adecuada para la piel. Si es época de lluvia en el trópico, puede que una gabardina o un chubasquero sean más útiles que cargar con el paraguas. Si viajas a un lugar con volcanes no olvides llevar algo de abrigo para cuando estés arriba del todo, etc.
Unos días antes de partir consulta la meteorología prevista durante tu estancia y revísala antes de salir, así evitarás sorpresas de última hora.
Foto | Flickr-Goosegoddess
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