El síndrome de la clase turista es el nombre que han acuñado los medios de comunicación para definir el tromboembolismo venoso como consecuencia de un viaje de larga distancia. Es algo que puede sucedernos a cualquiera pero que parece tener mayor incidencia entre los viajeros. No es un problema exclusivo del avión, puede afectar también si viajamos en coche, tren o autobús durante más de 5 horas seguidas.
El reducido espacio de que dispone el pasajero en las clases turistas sumado a la escasa movilidad durante muchas horas, pueden dificultar el retorno venoso por las piernas. En el caso del avión, la presión y la sequedad del aire deben también ser tenidas en cuenta. Esto causaría la hinchazón de tobillos e incluso la formación de coágulos o trombos. Si uno de estos coágulos obstaculiza la circulación sanguínea se puede producir una trombosis venosa profunda. Si el trombo se desprendiera podría llegar a los pulmones, provocando un tromboembolismo pulmonar, que en los casos más graves y raros puede ocasionar la muerte.
Hay factores que aumentan las probabilidades de sufrir el síndrome, como los problemas circulatorios en las piernas (varices) y los cardíacos, el sobrepeso, el embarazo y el puerperio, el tabaco, tomar anticonceptivos, la edad, operaciones quirúrgicas recientes y varios más. Pero puede aparecer sin una predisposición anterior.
Los síntomas, hinchazón, dolor, hormigueo y aumento de la temperatura en las extremidades, pueden manifestarse durante o una vez terminado el vuelo. Pero cualquier síntoma general podría ser un signo de alarma, fiebre, dolor en el pecho, falta de aire o un desmayo.
En el siguiente artículo veremos que hay medidas de prevención muy sencillas que tendríamos que tomar para evitar que nos afecte este síndrome.
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Foto | Flickr-Caribb
1 respuesta
[…] la primera parte del artículo vimos las causas que favorecen la aparición del Síndrome de la clase turista y las consecuencias […]