Una vez que tengamos nuestro rico helado y estés en calma puedes caminar hasta el cercano ‘Café T Papeneiland’ en Prinsengracht 2, un antiguo bar fundado en 1642. A partir de aquí empieza Jordaan, otro barrio que ha renacido.
Jordaan es un historio distrito de trabajadores, devenido durante las últimas décadas del siglo XX en fetiche de arquitectos, diseñadores y gente de negocios trendy. Callejuelas empedradas, vecinos sonrientes y casas antiguas curiosamente asimétricas que esconden preciosos jardines internos llamados ‘hofjes’. Jordaan preserva algunos recovecos pintorescos y menos conocidos. Por ejemplo, la intersección de las calles Tweede Tuindwarsstraat y Tuin, que exhibe la iglesia protestante de Westerkerk (donde enterraron a Rembrandt) al final de una calle angosta, plegada de plantas, cafés con placidas terrazas y negocios de ropa que permiten revolver canastos y percheros coloridos. Así es Ámsterdam-Centrum, un laberinto encantador donde perderse.
Desde la estación central zarpan unas barcas gratuitas que trasladan a los pobladores hacia Ámsterdam-Noord, un municipio del norte que apenas figura en los mapas que reparten en los hoteles. En esta zona, los trayectos se bifurcan: hacia el oeste queda Veer NDSM Werf y bien frente al muelle está Buikloterweg, un territorio ideal para recorrerlo en bicicleta. Frondosos senderos asfaltados invitan a pedalear tranquilo con el agua a un lado, los árboles del otro y bonitas casas bajas de fondo. El Flora Park y el camping Vliegenbons son aptos para desplegar un mantel y hacer un lindo picnic.
NDSM Werf fue un importante astillero declarado en bancarrota en los 70 y rescatado por una organización llamada Kinetisc Noord. Mercados al aire libre, instalaciones y exhibiciones artísticas, complejos de estudios y talleres como Kunststad, estructuras inmensas para eventos masivos e incuso un skatepark hacen del NDSM un imán para toda movida alternativa.
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