Superar el miedo a volar

El miedo es un sistema defensivo de nuestro organismo, es raro quien no tiene miedo a nada. La aerofobia o miedo a volar es tan frecuente que tan sólo un 5 por ciento de los pasajeros vuelan sin ningún temor. No quiere decir que todos tengan miedo, pero sí cierto respeto a las aeronaves. Por otro lado hay quien necesita de alguna ayuda para subir al avión y quien simplemente no puede enfrentarse a ello.

Por mucho que se insista en que el avión es el medio de transporte más seguro, estadísticamente hablando, parece que no todos los cerebros terminan de asimilarlo. Además hay varios factores que influyen en ese temor, las personas con claustrofobia o agorafobia pueden temer al aparato más que al vuelo. Podemos enfrentarnos a todos nuestros miedos, si es necesario con ayuda psicológica o farmacológica. Hay algunos consejos que pueden aplicarse para intentarlo uno mismo, porque es muy frustrante limitar nuestros viajes por esta fobia.

Lo mejor es tener información sobre todo lo relacionado con el vuelo. Hay cursos en que se aprende como funciona el avión, de donde proceden los ruidos que escuchamos, porque se inclina la nave o porque hay turbulencias. La posibilidad de reconocer los acontecimientos normales tranquiliza mucho. Durante el despegue y el aterrizaje, sobre todo, se oyen ruidos muy altos en la cabina del pasaje. Los motores aceleran y frenan, se mueven los flaps y los slats para aumentar la superficie de las alas y el ángulo de ataque y todo eso que, no sólo es normal sino necesario, hace ruido.

Los aviones, incluso de las compañías más económicas, están sujetos a estrictos controles de seguridad y a mantenimientos periódicos. Los pilotos están altamente cualificados y sobre todo no volarían, ni tampoco el resto de la tripulación, si tuvieran la más mínima duda sobre el aparato. En la cabina siempre van dos personas preparadas para pilotar, en el hipotético caso de una indisposición, hay otra persona disponible. Para más seguridad, nunca comen el mismo menú, eso son cosas de películas. Además pasan controles de salud física y psicológica con mucha frecuencia y están preparados para afrontar situaciones de emergencia.

Procura compartir tu miedo. Cuando entres en el avión informa a la azafata de tu situación, están muy acostumbrados a estas situaciones y sabrán aliviarte un poco. Si es posible viaja con alguien conocido, el sentirse acompañado da más seguridad. Los mejores asientos son delante de las alas en el pasillo, hay menos ruido y no se ve la ventanilla. Procura estar entretenido, es un buen momento para leer una novela adictiva, escuchar música tranquila o practicar técnicas de relajación.

En ningún caso deben tomarse estimulantes ni bebidas alcohólicas antes o durante el vuelo, lo único que harán será aumentar la ansiedad. El hambre dificulta el sueño, es mejor no subir al avión con el estómago vacio pero tampoco habiendo comido en exceso. Respecto a los tranquilizantes es preferible hacer una visita al médico de cabecera antes de iniciar el viaje para que nos aconseje.

Ante cualquier ataque de pánico pide ayuda al personal. Siempre será más fácil de controlar cuanto antes avises. En cuanto logres superar el miedo verás que el avión no sólo es el medio de transporte más rápido y seguro, además es uno de los más placer dan.

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Foto | Foolsoverture