La mediación del ex Ministro de Trabajo, Manuel Pimentel, entre la compañía aérea Iberia y el sindicato de pilotos SEPLA, no ha dado resultado. Los pilotos no están de acuerdo con el informe presentado por Pimentel y en respuesta han anunciado nuevas jornadas de huelga.
30 días de paros, nada más y nada menos que todos los lunes y viernes desde el 9 de abril al 20 de julio. En ese periodo se ven afectadas las salidas de fin de semana que ahora se incrementan con el buen tiempo; el Viernes Santo y el Lunes de Pascua, comienzo de vacaciones para unos, regreso para otros y las primeras operaciones salida y regreso de las vacaciones de verano. Además son los días con mayor número de usuarios por trabajo, los lunes de salida y los viernes de vuelta, día en que se suma a las salidas por ocio.
Iberia mantiene que la creación de Iberia Express es una «decisión exclusiva del ámbito empresarial y totalmente respetuosa con los convenios y acuerdos laborales vigentes» y convoca a SEPLA a seguir negociando para «evitar una huelga que es a todas luces injustificada, dañina y desproporcionada». Advierte, además que se están poniendo en juego los 20.000 empleos de sus trabajadores ya que estos paros empeorarán el resultado económico de la compañía que ya perdió 61 millones de euros en 2011. La pérdida por los 30 días de paro se calcula en 90 millones de euros.
El sector turístico y la Ministra de Fomento, recuerdan a compañía y pilotos que el turismo es muy importante para nuestra economía e instan a buscar una solución rápida y que no repercuta tan gravemente. Pastor ha comentado que, «los paros se producirán en una época de entrada de riqueza mediante la llegada de miles de turistas a un país que no está para bromas y por eso es preciso arrimar el hombro.»
Tenga razón quien la tenga, empresa o pilotos, es hora de que intervenga una autoridad con poder ejecutivo. ¿Está respetando Iberia el convenio o está saltándose a la torera las leyes laborales? que lo diga un tribunal, porque el daño que esto está causando ya es inaceptable.
Vía | El Economista
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