Trenes con historia

Hará algunos meses se publicó en el The New York Time un ensayo acerca de la historia de los trenes, contando como ellos fueron unos importantes protagonistas de nuestra modernidad. Los símbolos y sus estaciones deben ser considerados como un símbolo de la sociedad y no destruidos o ignorados como sucede en diferentes culturas.

Si bien es cierto que los trenes forman parte del pasado, no deben ser considerados como cosas de museo. En la actualidad, afortunadamente, muchas sociedades han causado el renacimiento de diferentes trenes míticos, como el Orient Express o el Qingzan Railway de China, que recorre las ciudades de Beijing y Shanghai bordando el Himalaya.

Uno de los párrafos que más llama la atención dentro de la guía creada por Andrew Eames (‘Great train journeys of the world’) es el siguiente: “En un mundo crecientemente globalizado y homogeneizado, debemos celebrar la diferencia y la individualidad de los trenes en todo el mundo. Los autos son tediosamente universales y los aviones lucen siempre iguales, pero los trenes son diferentes apenas se cruza una frontera. Diferentes en estilos, en tecnología, en clientela, en experiencias culturales”.

A pesar de formar parte de distintas culturas, los trenes cuentan con algo en común. La relación que se establece entre el pasajero y el paisaje. En otros medios, como los aviones, no sucede eso, ni siquiera cuando viajamos por las largas carreteras en los coches, cuando lo único que vemos, en ocasiones, son largas filas de luces y el coche que viaja delante nuestro.

Viajar en tren cuenta con una magia y una mítica que vale la pena probar. En lo particular, he viajado en muchos trenes del mundo, pero uno de los que más me gusto fue el expreso patagónico o ‘trochita’, que une diferentes ciudades del sur de Argentina. Si bien esos viajes los llevé a cabo cuando era muy joven hay cosas que permanecerán en mi para siempre, si cierro los ojos aun siento el bamboleo que causaban sus viejas vías, el vagón de madera y la vieja calefacción que nos hacia más agradable las horas que se compartían con los demás pasajeros, en medio de historias, anécdotas. Todo en un ámbito ameno, que nos hacia sentir que ese medio de transporte era parte importante del viaje y no solamente una forma de unir puntos geográficos.

Vía | Clarín
Foto | Flickr – AlejandroH

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1 respuesta

  1. 17 junio 2011

    […] ocasiones no es un medio para llegar a algún sitio, sino que el destino es el propio viaje. Hay recorridos históricos dentro y fuera de nuestras fronteras, trayectos en los que disfrutar del paisaje, las paradas y el […]

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