Las compañías aéreas pueden reducir costes de muchas formas, pero de ninguna manera bajando el nivel de seguridad. El fallo más tonto en una revisión puede terminar en catástrofe, por ello los encargados de inspeccionar, reparar y dar permiso a un aparato para volar, deben ser profesionales convenientemente preparados. Deberían ser capaces de desempeñar su trabajo en cualquier aeropuerto del mundo. O dicho de otro modo, debería requerirse la misma preparación y seriedad en todos los aeródromos.
Quizá haya sido casualidad, pero es la segunda vez que Air France tiene que retener uno de sus aviones tras una revisión completa, una «gran parada», en China. El año pasado los encargados de mantenimiento en el país asiático, pintaron una parte de un Boeing 747-400 con pintura inflamable. Después de eso el aparato voló durante tres semanas, según fuentes sindicales de la aerolínea francesa.
Este mes un Airbus A340, también de Air France, ha salido de la «gran parada» en el aeropuerto de Xiamen en China, con 30 tornillos de menos. La compañía asegura que en ningún momento se puso en peligro la seguridad del vuelo, «La parte de la aeronave en cuestión está situada en el ala derecha, en un caché situada entre el ala y el fuselaje que se fija por cincuenta tornillos recubiertos con un sello después realiza una función de cobertura y no en una zona de presión».
Seguro que la compañía tiene razón respecto a la seguridad en este caso, pero desde mi punto de vista es un fallo inexcusable. Los aviones tienen que someterse a mantenimiento programado, además de a todas las revisiones y reparaciones necesarias si algo parece fallar. El mantenimiento programado tiene varias fases, una de ellas la que se conoce como gran parada, implica que el aparato se desmonte completamente, se revise cada pieza y se vuelva a ensamblar del todo. Se hace con un manual, dependiendo del aparato, paso a paso. No debería haber margen de error.
Vía | El Mundo
Foto | Flickr-rcolonna
